11 de agosto de 2008 – Nikko

Nos vamos de excursión a Nikko a ver templitos y por la noche volvemos a Tokio.
Hemos comprobado la puntialidad de los trenes, que es la misma que la del metro: cero minutos de retraso. Casi lo mismo que en la India, que ponía en los horarios de un tren que salía a las 20:00h y luego tranquilamente llegaba a las 01:30h y así la mayoría. Aquí aún no hemos visto ni un solo retraso.

Llegamos a Nikko y vamos hasta el puente rojo sagrado Shin-kyo, aquí empieza la caminata. Hacemos un recorrido que incluye los siguientes templos/santuarios: Rinno-Ji, Tosho-Gu, Futurasan-Jinja, Taiyuin-Byo; así como la Villa Imperial Tamozawa Goyotei (con los nombres lo tenéis todo claro, ¿verdad?). Son unos santuarios que nos han gustado mucho por su colorido y por estar situados entre mucha vegetación.

En la Villa Imperial no estaba ni el apuntador, sólo algun japonesillo perdido pero ningún extranjero, sin embargo es un lugar muy recomendable. Incluso nos ha dado tiempo para meditar un rato, jeje.


El puente rojo sagrado Shin-Kyo.


Pagoda del Templo Tosho-Gu.


En el templo Taiyuin-Byo.


En el templo Taiyuin-Byo.


Sala de la Villa Imperial con vistas al jardín.


Meditando en la Villa Imperial.


Volvemos al Ryokan de Tokyo a cenar un bento (cajitas de comida para llevar con pequeños compartimentos de distintas porcaditas), que ya estamos con las piernas hechas polvo y nos vamos al catre que mañana hay que madrugar, otra vez, porque tenemos pensado ir a Kamakura.


En la habitación vestidos con yucata y preparados para intentar comernos un bento.


Un bento.



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