Desayunamos en la cabaña unos zumos y unos pastelitos que compramos ayer en el supermercado de los chinos.
Después de recoger las cosas nos dirigimos a la estación de autobuses sobre las 6:30. Quince minutos después llega el autobús que nos lleva a Manzanillo (1.050 colones c/u)
Alrededor de las 8:00 llegamos al nuevo destino.
Manzanillo es un pequeño pueblecito de la costa caribeña donde vamos a pasar nuestro último día en Costa Rica.
El autobús para en la calle principal dejando una gran polvareda, bajamos y preguntamos por las Cabinas Bucus (tenemos reserva para esta noche por 30$).
En las cabinas está la propietaria que nos dice que aún no está preparada la habitación. Dejamos las mochilas y nos vamos a almorzar unos cafés, huevos fritos y unos zumos en el Massa Pizza, que está en la placita donde nos ha dejado el autobús, junto a otras terracitas.
Mientras esperamos a tener lista la habitación, vamos a dar un paseo por el refugio nacional de vida silvestre Gandoca-Manzanillo.
Desde la plaza, seguimos un camino paralelo a la costa y llegamos hasta un pequeño mirador desde donde se observa la bahía.
Hasta aquí el camino es bastante sencillo, pero nos adentramos algo más para intentar ver algún animalillo.
Cuando nos vamos adentrando la cosa se empieza a complicar y no es fácil saber para donde ir, aparecen varios caminos y no hay nada señalizado.
Tras un buen paseo, decidimos volver. No hemos visto a casi nadie y el camino es muy bonito: poquísimos turistas, varios animales y mucho verde.
A las 11:30 llegamos a la placita y nos tomamos unos zumos de sandía en el Maxi’s restaurant (1.100 colones c/u).
Hemos dejado algo de tiempo para tener el alojamiento preparado. Vamos a la habitación para coger el tubito y la máscara e ir a hacer un poquito de snorkel.
Nosotros tan tranquilos en el Caribe y me da por mirar el móvil para ver un mensaje de mi hermana: «El huracán Irene está por Nueva York. Van a cerrar los aeropuertos. Dinos cómo va todo.». ¡No puede ser, mañana volamos a Nueva York!
Dejamos máscaras y tubos y nos vamos a llamar a la compañía aérea desde un teléfono del Massa Pizza (compramos una tarjeta para llamadas).
Todas las líneas están ocupadas, no logramos contactar con Taca Airlines y mientras estamos viendo en la CNN que la cosa está fatal, se va a cerrar el espacio aéreo de N. York.
Al final nos cogen el teléfono y nos confirman que el vuelo está cancelado, ni nos habían avisado, ni un mensaje, ni nada. ¿Ahora qué hacemos? Nos dicen que están reubicando a los pasajeros en los siguientes vuelos disponibles y nos dan fecha para el 15 de septiembre. Estamos a 27 de agosto, volamos el 28 de agosto a Nueva York, estamos allí 29 y 30, y el 31 tenemos el vuelo de vuelta a España.
No sabemos que hacer, les decimos que tenemos que salir cuanto antes, tenemos que llegar a Nueva York antes de que salga el vuelo hacia España, nos habíamos dejado dos días de margen por si había retrasos en los vuelos y para visitar la ciudad; además, entramos a trabajar el 1 de septiembre y no podemos llegar quince días después. Nada, no nos dan más opciones…
Algo agobiados, le contamos como está la situación a la familia y, como no podemos hacer nada, nos vamos a hacer un poco de snorkel a ver si se nos pasa el disgusto.
No hemos visto muchos pececillos, aunque el agua está bastante limpia. Volvemos a la habitación y salimos a cenar unas pizzas y unos nachos donde estuvimos esta tarde (7.150 colones). Vamos a dormir para mañana seguir con lo planeado: ir al aeropuerto de San José para coger el vuelo a Nueva York. Intentaremos hablar con alguien de Taca en el aeropuerto para ver si nos pueden ayudar, ya que por teléfono nos ha resultado imposible.
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Una respuesta a De Cahuita a Manzanillo