Son las 7:30 de la mañana y ya estamos desayunaditos y preparados para ir a ver orangutanes.
Estamos esperando en la recepción del Garden Inn al chico de ayer y no aparece. Se hacen las 8 y llega con una cara de sueño monumental y nos dice que él no va a poder acompañarnos porque se encuentra mal del estómago pero que no nos preocupemos porque nos acompaña un guía amigo suyo.
Empezamos bien el día: el chico llega tarde y nos cambia de guía (seguro que ha estado de fiesta y se ha quedado dormido). Queremos salir rápidamente porque de 8:30 a 9:30 dan de comer a los orangutanes en unas plataformas para poder verlos más de cerca. Nos dice que no hay problema y que llegaremos a tiempo.
Nos quedamos con el nuevo guía y vemos que, en lugar de irnos hacia la entrada principal del parque, vamos hacia el lado contrario. El hombre se para a comprar frutitas y algunas cosas para la comida (no lo había preparado aún) y empezamos a ponernos nerviosos con que no llegamos a las plataformas a tiempo. Le preguntamos por qué vamos por otro lado y dice que no hay problema que vamos bien.
Cruzamos el río por un puente y nos adentramos en la selva.
Seguimos caminando y el tiempo pasa… Son las 9:00 y aún no vemos las plataformas y para qué hablar de ver orangutanes. Él insiste que llegamos a tiempo pero no lo vemos claro.
Llegamos a las plataformas a las 9:45 y allí no queda ni una cáscara de plátano. Estamos con un cabreo algo contenido porque estamos de vacaciones. No nos ha gustado nada la envolvente que nos ha hecho, ya que no ha entrado por la entrada principal para ahorrarse el precio de nuestras entradas y de la cámara que van incluidos en lo que le hemos pagado.
Se pone a buscar orangutanes dando silbiditos y haciendo como aullidos y empezamos a ver en los árboles, no muy lejos de la zona de plataformas, a algunos de ellos.
Seguimos andando en busca de más orangutanes.
Los tenemos muy cerca, a pocos metros, y se acerca una madre con su cría. Están oliendo la fruta que tiene el guía en la mochila.
Se acercan tanto que pasan junto a nosotros y se quedan sentados en medio del camino.
Me acerco todo lo que puedo para hacerles una foto y la madre me coge del brazo. No hago nada y le paso la cámara a Sandra. El guía nos dice que no intente soltarme ni haga ningún movimiento brusco o podría morderme. Me dejo llevar y no hago fuerza hasta que se levanta y empieza a andar sin soltarme.
Al final me suelta y continúan su camino. Menos mal que no le ha dado por subir a un árbol que si no me toca trepar.
El estar junto a los orangutanes y haberlos tenido tan cerca ha sido una experiencia muy bonita.
Continuamos nuestro paseo por la selva y paramos a comer junto a una cascada. Debe ser el punto de parada habitual porque al rato llegan más turistas con otros guías.
Acabamos nuestro paseo y volvemos a cruzar el río. Esta vez nos damos un baño y nos dirigimos a la zona de alojamientos.
Tras finalizar la excursión el guía se despide y se marcha por el pueblo. Nosotros nos duchamos y a pasear un rato por Bukit Lawang.
Vemos el atardecer y cenamos una pizzas en el Tony’s Restaurant. Empieza a diluviar, como ayer por la tarde, y de vez en cuando se va la luz, menos mal que durante el día ha estado despejado y hemos podido hacer la excursión sin choparnos.
Mientras cenamos aparece el chico con el que habíamos contratado la excursión, viene a cobrar el resto. Le decimos que, aunque nos ha gustado mucho y hemos visto orangutanes muy de cerca, no hemos hecho todo lo que incluía el pack. Como mañana tenemos un día libre aquí, le decimos que nos compre las entradas para mañana que queremos ver a los orangutanes en las plataformas y que entonces le pagaremos. No se enfada porque sabe que tenemos razón y nos deja cenando nuestras pizzas.
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2 respuestas a 28 de agosto – Bukit Lawang