La dueña de la guesthouse nos trae el desayuno a la terrazita de la habitación. El desayuno está bastante bien, pone café o té, dos pancakes o un sandwich y un cuenco de frutas para cada uno. Esta mujer está siempre sonriendo y ofreciéndonos cosas: cervezas, alquilar una moto, contratar excursiones… La verdad es que es muy agradable y nos ha sabido un poco mal no comprarle las entradas de la danza balinesa de anoche, ya que, costándonos lo mismo, se hubiese llevado una comisión, pero cuando fuimos al centro de información turística nos las vendieron directamente allí.